El cultivo de la alcaparra es una opción viable frente al cambio climático. Esta es una de las conclusiones de una tesis doctoral elaborada en la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche. El estudio ha demostrado que la alcaparra presenta numerosos beneficios para la salud humana y que podría tenerse en cuenta como un cultivo interesante en zonas áridas y semiáridas como las del sudeste español.
La memoria presentada lleva por título ‘Evaluación Agronómica de Compuestos Bioactivos y Perfil Genético de la Alcaparra (Capparis spinosa L.)’ y se trata del primer estudio comparativo sobre la evolución de los parámetros físicos, químicos, nutritivos y compuestos bioactivos de los caparrones, alcaparras y tallos tiernos, en distintas subespecies y zonas de cultivo. El estudio pone de manifiesto las numerosas propiedades beneficiosas para la salud que presentan ambas subespecies de alcaparra.
De estas plantas se consumen los capullos o botones florales, las alcaparras, así como los frutos inmaduros, los alcaparrones. El estudio realizado en la UMH pone de relieve el gran potencial antioxidante que presentan las alcaparras y que, cuanto más pequeñas son, más antioxidantes contienen. Ocurre al contrario con los frutos o alcaparrones, que contienen más compuestos bioactivos cuanto más grandes son. Los tallos tiernos, es decir, los 10 últimos centímetros del brote, que aún mantienen su color violáceo característico, presentan más actividad antioxidante y, por ello, explican investigadoras de la UMH, podrían desempeñar un papel muy importante en la alimentación humana.
En esta tesis se han estudiado dos subespecies de la alcaparra: la spinosa (con espinas) y la rupestris (sin espinas). Desde un punto de vista nutricional ambas son similares, lo que permitiría seleccionar para su cultivo la variedad sin espinas para facilitar las labores de campo y su procesamiento posterior, y, así, reducir el coste de producción. El cultivo de la alcaparra resultaría especialmente adecuado en el sudeste ibérico, ya que, además de reducir la erosión del suelo, es resistente a temperaturas extremas y no necesita grandes cantidades de agua para su cultivo.
Esta tesis doctoral ha sido desarrollada en la Escuela Politécnica Superior de Orihuela de la UMH por la estudiante de doctorado en el Programa de Recursos y Tecnologías Agrarias, Agroambientales y Alimentarias (ReTos-AAA) María del Mar Grimalt Trò bajo la dirección de la catedrática de Fisiología vegetal María Asunción Amorós Marco y la profesora de la misma área María Soledad Almansa Pascual de Riquelme.