- En la unidad, profesionales de Cardiología y Nefrología atenderán a aproximadamente 150 pacientes nuevos al año con insuficiencia cardiaca y renal
- Se estima que aproximadamente el 40% de los pacientes con insuficiencia cardiaca presenta algún grado de enfermedad renal
El Hospital General Universitario de Elche ha puesto en marcha una unidad conjunta de patología cardiorrenal que prestará atención a aproximadamente 150 pacientes nuevos al año.
Según el doctor Pedro Morillas, jefe de Servicio de Cardiología, “ambos órganos, corazón y riñón interrelacionan en su funcionamiento y cualquier afectación de uno de ellos va a afectar secundariamente al otro. Por un lado, el riñón se encarga de controlar el volumen de líquidos corporal, lo cual repercute directamente sobre la sangre que sale del corazón. Por otro lado, el corazón es la bomba que se encarga de llevar la sangre al riñón con el fin de que éste pueda filtrarla y depurarla, ambas funciones necesarias para mantener la vida”.
Muchos de estos pacientes con enfermedades cardiacas suelen presentar también problemas de funcionamiento renal, lo que complica el tratamiento y su pronóstico a corto y medio plazo. De hecho, se estima que aproximadamente el 40% de los pacientes con insuficiencia cardiaca presenta algún grado de enfermedad renal.
“Esta relación es tan cercana, que existen enfermedades capaces de provocar una afectación de ambos órganos de manera simultánea, y no solo eso, sino que cuando uno de los dos órganos presenta algún tipo de alteración, ya sea de forma aguda o crónica, esto repercute directamente sobre el otro órgano, poniendo en marcha vías fisiopatológicas cuyo objetivo es restaurar una correcta interrelación entre ellos”, asegura el doctor Morillas.
“El paciente con patología cardiorrenal presenta una entidad con elevada complejidad en cuanto a su manejo por lo que la creación de una unidad conjunta con profesionales expertos en ambos órganos, cardiólogo y nefrólogo, es una necesidad que va a permitir un manejo más eficiente de estos pacientes”, mantiene el especialista.
Por su parte, el doctor Luis Jiménez del Cerro, jefe de Servicio de Nefrología, mantiene que “la buena coordinación y predisposición de ambos servicios ha hecho posible crear la unidad cardiorrenal”.
Atención personalizada
Por otro lado, el doctor Antonio García Honrubia, responsable de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del hospital ilicitano explica que “hoy en día disponemos de un arsenal terapéutico muy potente para los pacientes que tienen insuficiencia cardiaca cuya fuerza de corazón está reducida. El tratamiento se ha de instaurar en una unidad especializada de forma progresiva dado que requiere vistas frecuentes y controles estrechos sobre todo de tensión arterial, función renal e iones. Una de las limitaciones más importantes tanto para el tratamiento farmacológico como para los procedimientos invasivos en cardiología es la afectación renal”.
Tal y como aseguran la cardióloga Nuria Vicente y la nefróloga Diana Tordera, “el disponer de una consulta conjunta con cardiólogo y nefrólogo en la misma visita va a mejorar la atención y el abordaje clínico integral de los pacientes con síndrome cardio-renal, permitiendo una atención personalizada, mejorando la comunicación y coordinación entre los especialistas involucrados, así como reducir el número de consultas que tiene un paciente”.
“La experiencia y el feedback que estamos recibiendo de los pacientes en estos dos meses de instauración es muy gratificante, permitiendo una evaluación conjunta y multiparamétrica tan necesaria dada la complejidad que presentan. Así mismo, el disponer de nefrólogo en la consulta nos va a permitir la identificación más precoz de los pacientes con insuficiencia cardiaca refractarios a tratamiento diurético con la posibilidad de inclusión en el programa de diálisis peritoneal a cago de la Dra. Millán del Valle, nefróloga del hospital”, concluyen las especialistas.
Las enfermedades cardiovasculares, en especial la insuficiencia cardiaca, constituyen uno de los principales problemas sanitarios de los países desarrollados, con un aumento progresivo e imparable en los últimos años debido a malos hábitos de vida en cuanto a alimentación, tabaco y sedentarismo y al propio envejecimiento de la población.